lectura 10.
LECTURA 10
LA ASPIRINA, LEGADO DE LA
MEDICINA TRADICIONAL
La
historia de la aspirina es uno de los mejores ejemplos para ilustrar en clase
de Química la importancia de la medicina tradicional y su influencia en la
industria farmacéutica moderna. Aunque actualmente se trata de un medicamento
sintético, en un principio fue semisintético, ya que se obtuvo a partir de la
“salicina”, intermediario de origen vegetal, extraído de la corteza de varias
especies de sauces. Estos árboles pertenecen al género Salix (nombre dado por
los romanos y mencionado por Virgilio); forman parte de la flora terrestre
desde tiempo muy remoto, como lo demuestran algunos fósiles de la Era
Terciaria. Las dos especies más comunes de Salix son S. alba y S
purpurea.
Hipócrates,
el célebre médico del siglo V a .C., recomienda a sus pacientes la corteza de
sauce como remedio para aliviar el dolor. Desde épocas remotas, dicha corteza y
las hojas del sauce, sea en forma de jugo o de cocimiento, se han utilizado
para calmar el dolor de neuralgias y reumatismo.
En
1763, el reverendo M. Edmund Stone envió una carta al presidente de la “Real
sociedad de Londres para el Mejoramiento del Saber Natural”. En ella, le
notificaba que la gente de la región curaba la fiebre y aliviaba el dolor con
la corteza del S. alba, árbol muy común en lugares pantanosos, por lo
que creyó que curaba el paludismo. Posteriormente, se comprobó que no tiene
acción sobre el Plasmodium, pero que sí alivia los ataques febriles.
Esta carta inició toda una serie de investigaciones en Inglaterra y Europa. Fue
así como se inició la historia de la aspirina, la cual fue lanzada al mercado
136 años después. Este analgésico no
produce adicción.
En
1838, Raffaelle Piria (de Pisa, Italia), aisló otro compuesto que
denominó ácido salicílico. Anteriormente, el químico sueco Kart Jacob Lowig
(1835) extrajo de una planta (Spirae ulnaria), un aceite Soluble en éter
del cual cristalizó un ácido que denominó “Spisaure”, que resultó ser
igual al ácido salicílico, según demostró Dumas posteriormente.
En
1843, A. Cahours, Farmacólogo de Gales, demostró que el aceite de wintegreen,
utilizado para aliviar dolores, contenía el éster metílico del ácido
salicílico. Este aceite se extrae de una planta (Gualteria procubens)
de la familia de las Ericáceas.
En
1853, Kolbe y Lautermann sintetizaron el ácido salicílico. Uno de sus
estudiantes, Frederich von Heyden, estableció en Dresden una gran fábrica para
la producción de salicilatos.
Félix
Hoffmann, químico de la casa Bayer, tenía un padre artrítico que no toleraba
los salicilatos, debido a que provocaban fuerte irritación gastrointestinal.
Esta circunstancia lo instó a buscar otros compuestos menos ácidos, llegando
así a sintetizar el ácido acetil salicílico (1898), que fue llamado aspirina
por la casa Bayer, por la “A”(de acetilo) y “aspirin” del alemán spirsaure
(1899).
Desde
entonces se consumen mundialmente miles de toneladas de este medicamento. En
Estados
Unidos
se considera que el consumo por persona alcanza un promedio de 150 tabletas al
año.
Aparentemente,
la corteza del sauce es poco utilizada en la medicina popular de México, siendo
pocos los libros que registran su uso terapéutico. Probablemente esto se deba a
la popularidad y al bajo costo de la aspirina, que restringe el uso del sauce a
poblaciones indígenas, alejadas de la civilización.
Con
este medicamento se ha comprobado un fenómeno poco frecuente. En lugar de
decrecer su popularidad con los años (al aparecer en el mercado nuevos
medicamentos mejores y a precios más accesibles), su uso ha aumentado debido a
las nuevas aplicaciones y propiedades que se le han encontrado.
En
principio, se usó como antipirético, analgésico y antiinflamatorio, por lo que
es muy utilizado en el tratamiento de la fiebre reumática, reumatismo, gota y
artritis reumatoide. Con el tiempo, estos usos se han ampliado.
Lawrence
Craven fue el primero, en 1950, en utilizar la aspirina para evitar la
formación de coágulos en enfermedades como trombosis cerebral e infartos al
miocardio, debido a que ayuda a prevenir la acumulación de plaquetas.
Por
muchos años permaneció en el misterio el modo de acción de la aspirina. John R.
Vane, del
Colegio
Real de Cirujanos de Londres, ganador del premio Nobel en 1982, propuso en 1971
una hipótesis para explicar su actividad inflamatoria. Considera que ésta
bloquea la síntesis de algunas prostaglandinas (hormonas celulares involucradas
en el dolor e inflamación de coágulos.
Esta
propiedad también la hace útil en el tratamiento de otras enfermedades, como la
hipertensión gestacional y la migraña. En ésta se ha observado que durante los
accesos aumenta la actividad plaquetaria.
También
se ha observado que la aspirina disminuye en un 40% la mortalidad debida al
cáncer de estómago y que favorece la oxigenación de la sangre en el cerebro.
La
Asociación Estadounidense de Cardiología recomienda la ingestión de aspirina a
baja dosis a personas de edad media, con antecedentes familiares de
enfermedades coronarias o con factores de riesgo como tabaquismo, sobrepeso,
hipertensión, falta de ejercicio y exceso de colesterol en la sangre.
A
pesar de sus virtudes, hay que recordar que nunca debe recurrirse a la
automedicación. La aspirina, como todos los medicamentos, presenta efectos
indeseables, que pueden ser peligrosos en ciertos individuos, como los
hemofílicos, u otros con ciertas enfermedades gastrointestinales.
Siempre
que se sintetiza un medicamento promisorio, su formula es utilizada como modelo
para obtener otros compuestos semejantes en los que se modifican y mejoran sus
propiedades curativas y se disminuyen los efectos secundarios. Como ejemplos de
lo anterior tenemos:- El salicilato de colona (Artropan), que por ser muy
soluble al agua, se absorbe muy rápidamente, por lo que se recomienda cuando
son necesarias dosis altas de aspirina.
§ Salicilato de salicilo
(Diplosal). Con acción semejante al salicilato de sodio. Se hidroliza en el
estómago, por lo que es menos irritante.
§ Salicilato de fenilo (Salol).
Se utiliza con capa entérica, porque no se hidroliza en el estómago por ser
resistente al jugo gástrico. Como su hidrólisis ocurre lentamente en el
intestino, se usa como antiséptico intestinal, pero tiene el inconveniente de
ser tóxico, porque libera fenol en el intestino.
§ Salicilamida, que se usa como
sustituyente de otros salicilatos, en caso de presentarse hipersensibilidad a
ellos.
§ El salsalato es usado también
como antipirético y antiinflamatorio.
Existe
otro grupo de compuestos que, aunque con fórmulas semejantes a la aspirina,
tienen diferentes usos, como son:
ü Acido salicílico, con uso
tópico como queratolítico. Por sus propiedades antisépticas y fungicidas, tiene
algunas aplicaciones en dermatología.
ü Aldehido salicílico,
utilizado en perfumería.
ü El salicilato de metilo se
usa externamente como rubefaciente y analgésico; también se usa en perfumería.
ü El alcohol salicílico, que es
un anestésico local.
ü El salicil, que es un
antiséptico de uso tópico
ü La salicil morfolida es un
colerético.
ü El “PAS” (ácido para amino
salicílico) es un tuberculostático.
ü El salsalato es antiséptico y
antiinflamatorio.
Teniendo
en cuenta las tres propiedades de la aspirina (analgésico, antipirético y
antiinflamatorio), se han tratado de sintetizar compuestos que, aunque tienen
estructuras diferentes a ella, puedan superarla en esas tres acciones
terapéuticas, como son los casos de la indometacina y el ibuprofen.
John
Nicholson, dando a la aspirina un valor unitario en cada una de las tres
acciones, inició un programa de síntesis de compuestos que la superaran. Muchos
resultaron tóxicos, por lo que fueron desechados.
No
obstante, el ibuprofen, a pesar de producir reacciones secundarias indeseables,
tiene de 16 a 32 veces la actividad de la aspirina como antiinflamatorio, es 30
veces más activo como anestésico y 20 como antipirético. La indometacina tiene
mayor número de efectos secundarios indeseables y es más tóxica.
Todos
estos compuestos seguramente no hubieran sido conocidos si el reverendo Stone
no hubiera escrito aquella memorable carta en 1763. En todo caso, la historia
hubiera sido otra.
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